
La atención puede definirse como una cualidad de la percepción. Es una suerte de llave hacia la memoria y funciona en el cerebro como filtro de los estímulos que una persona recibe del medio ambiente: selecciona los que son más relevantes y establece prioridades.
Por ejemplo: dos personas van juntas en un automóvil. La que conduce está por comprar una casa en la zona por la que circulan; la otra, no.
Seguramente, la primera verá todos los carteles inmobiliarios colgados en las propiedades, mientras que la segunda ni siquiera los registrará: pasarán totalmente desapercibidos.
Esto ocurre porque el que quiere mudarse está atento a los estímulos relacionados con su interés de ese momento y el cerebro se prepara para eso.
Existen dos grandes determinantes de la atención:
Los internos, que son propios de cada individuo y tienen que ver, como en el ejemplo, con sus intereses y sus aspiraciones, con sus gustos, con las cosas que le sirven.
Los externos, que se originan en el medio ambiente.
El mundo que nos rodea está repleto de estímulos, pero sólo atendemos aquellos que son relevantes para nosotros (determinantes internos) o los que son imposibles de pasar desapercibidos (determinantes externos).
Entre los primeros se encuentran los hechos, las personas, los objetos, los lugares o cualquier otro elemento que nos interese particularmente.
Entre los segundos, lo inesperado. Un ruido insoportable, una columna de humo que se levanta en el horizonte o un corte en la calle que nos obligue a focalizar selectivamente la conciencia y observar lo que está ocurriendo.
Y los despistes, ¿por qué se producen?
Los motivos por los cuales se producen los despistes son de origen diverso.
Acá les dejo algunos casos:
Un individuo que esté enojado o abrumado por algún tipo de angustia personal tendrá dificultades para prestar atención y concentrarse.
Un adolescente que pasó la noche entera en una fiesta retendrá poco de lo que estudie si no descansa lo suficiente.
A una persona con lesiones en algunas zonas del cerebro, por ejemplo, en su cíngulo anterior, le será difícil administrar sus sistemas atencionales, pero las consecuencias de los despiste pueden ir de leves a graves. En la mayoría de los casos los grandes desastres o accidentes en obras, empleos o cualquier otro ámbito se deben a simples distracciones.
A nivel neurológico, muchos despistes se producen porque algunas zonas del cerebro se desactivan: aparecen en las neuroimágenes como si estuvieran dormidas. Evidentemente preparar eficientemente el cerebro a través de las diversas disciplinas que nos ofrecen las neurociencias es lo ideal para avanzar más rápidamente en nuestras tareas diarias y mejorar nuestra vida personal. Te invito a leer más sobre este tema en: Mejora tu memoria en una semana.